Aparentemente toda la sociedad está concienciada en la necesidad de acabar con la violencia de
Género y, cada 25 de Noviembre, desde
todas las instituciones sin excepción se llevan
a cabo diferentes actos en los que todos y todas, de diferentes colores políticos, recordamos a las víctimas e
insistimos en la urgencia de terminar con esta lacra.
Aunque la realidad es que estos
gestos por parte de las instituciones, aunque necesarios, son absolutamente
insuficientes si no se ahonda con ellos
en la raíz del problema: la violencia de
género no responde a un comportamiento
asilado, sino que tiene su origen en las relaciones de poder que el sistema
establece entre hombres y mujeres, es un acto cultural y aprendido y que, por
tanto, puede ser evitado si entre todos y todas logramos acabar con la cultura
patriarcal de la que está impregnada
nuestra sociedad. Y el patriarcado no actúa solo,
cuenta con la complicidad consciente o inconsciente de los poderes públicos.
Es imprescindible, por tanto, la
identificación del fondo del problema por parte del conjunto
de la ciudadanía y esta es una tarea todavía pendiente. Además, son
tiempos difíciles para hacer notar la
responsabilidad social y política de esta
lacra, ya que algunos aprovechan el contexto social actual, de desapego
generalizado hacia la política y hacia
quienes la ejercen, para extender el mensaje de que “no hay que politizar ciertas cosas” y esta consigna, tristemente, está calando.
¿Pero, cómo no situar en el debate político esta
problemática? ¿Cómo no
negarnos a que, por ejemplo, sustituyan de forma consciente el término “Violencia de
Género” por el de “violencia doméstica”? ¿Cómo no denunciar públicamente
que se comercialicen libros que atentan contra los derechos de las mujeres?
Pues bien, desde ciertos sectores se nos dice que la terminología que utilicemos para referirnos a la violencia machista es
lo de menos o que el asunto del famoso libro es una anécdota sin importancia. Qué casualidad
que quienes hacen estos planteamientos sean los mismos que ejecutan cada día, políticas que
oprimen a las mujeres. Que no politicemos, nos dicen mientras con sus políticas nos condenan.
Y es que el grado de ataque es
alarmante: en sólo dos años el Presupuesto en materia de Igualdad ha sufrido un
recorte de más del 45% y el destinado a
prevenir la Violencia Machista, cerca de un 30%. Varias Comunidades Autónomas han eliminado la detección sanitaria de la Violencia de Género y los ayuntamientos van a dejar de tener competencias
en este ámbito como consecuencia de la
Reforma Local que el Partido Popular tiene intención de formalizar próximamente.
El panorama es desolador y, por lo
tanto, tenemos la obligación de
denunciarlo y combatirlo desde la política. Porque
los recortes matan. Porque la Violencia de Género, que
sufren más de un 10% de las mujeres en
nuestro país y que deja decenas de muertes
cada año, es un problema político que se puede erradicar.
Firmado por Carolina Cordero.
Concejala y portavoz de IU-LV de Parla.
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